Rara vez hemos tenido la oportunidad de conocer sobre vinos espumantes, algo extraño para un país de cultura vitivinícola. Aún así, entre lo underground y no tanto, podemos ver que existen una mayor oferta y valientes que se atreven a hacer vino con burbujas.
El vino espumoso chileno está ganando cada vez más reconocimiento, y no es difícil entender por qué. Chile tiene una diversidad de climas y terroirs que le permiten producir espumosos con personalidad propia. Zonas como Casablanca, Leyda y el Valle del Bío-Bío ofrecen condiciones ideales, con suelos ricos y climas frescos que ayudan a desarrollar una acidez natural excelente, clave para este tipo de vino.
En cuanto a calidad, los productores están invirtiendo en métodos tradicionales (como el champenoise) y experimentando con variedades clásicas como Chardonnay y Pinot Noir, pero también con otras más singulares. Esto resulta en espumosos frescos, elegantes y, muchas veces, con un toque de innovación que los diferencia en el mercado internacional.
A pesar de que aún hay camino por recorrer para posicionarse al nivel de grandes regiones como Champagne o Cava, el vino espumoso chileno está demostrando que puede ser competitivo, tanto en calidad como en precio. Vale la pena seguir explorando lo que Chile tiene para ofrecer en esta categoría.
